jueves, 29 de mayo de 2014

Orbitales moleculares


     El estudio de los orbitales moleculares (OM) es semejante al que la mecánica cuántica emplea en la estructura electrónica de los átomos, sólo que se introduce el concepto de orbital molecular, que corresponde a la función de onda del electrón cuando se mueve en el campo de fuerzas que crean los campos eléctricos de varios núcleos simultáneamente.
      Los orbitales moleculares son las funciones que describen el comportamiento ondulatorio que pueden tener los electrones de los diversos átomos que se enlazan al formar las moléculas. De manera análoga a la definición de orbital atómico, los orbitales moleculares son las funciones de onda que permiten determinar la probabilidad de encontrar los electrones de los átomos de la molécula en el espacio que rodea a sus núcleos. Lo único que podemos determinar es la probabilidad de que los electrones se encuentren en una determinada posición, pues lo impide el hecho de no poder precisar sus posiciones exactas debido al carácter ondulatorio de dichas partículas (Hipótesis de De Brogie) y a la incertidumbre o imprecisión ocasionada al medir, que resulta mucho mayor que la cantidad a medir (Principio de Indeterminación de Heisenberg).
      Precisamente dichas funciones de onda son las soluciones de la Ecuación de Ondas de Schrödinger, que describe el estado de un sistema de partículas en la mecánica cuántica, por ejemplo, describe el movimiento ondulatorio de los electrones en una molécula y determina la probabilidad de encontrarlos en algún lugar alrededor de los núcleos de la misma. En el caso de la descripción del modo de estar del electrón en el átomo de hidrógeno, la ecuación de ondas es:

Ecuación de ondas de Schrödinger

Ψ (x, y, z) es la función de onda, con una interpretación física no sencilla, aunque se la ha relacionado a través de su cuadrado, Ψ2, con la densidad de carga eléctrica en el punto considerado (x, y, z), o, en una versión más ampliamente admitida por la opinión científica, con la probabilidad de encontrar el electrón, considerado como un corpúsculo, en dicho punto en un cierto instante (densidad de probabilidad relativa del electrón); m es la masa del electrón, h la constante de Planck, E la energía total del electrón, y V su energía potencial en el punto.




El operador diferencial laplaciana aplicado a la función es la suma
de las segundas derivadas parciales de ésta respecto a los ejes
de coordenadas. Es decir, refleja la variación de la
magnitud Ψ en las tres dimensiones del espacio

      A semejanza de lo que ocurre en el átomo, en la molécula se configuran diferentes estados energéticos u orbitales moleculares (OM), cada uno con su específica función de onda Ψ y su energía E. Pero resolver la ecuación, aun en el caso de moléculas sencillas, comporta dificultades enormes y no hay más remedio que utilizar caminos aproximados apoyados en la intuición química y matemática. El más corriente de los métodos de aproximación es el llamado “Combinación Lineal de Orbitales Atómicos” (CLOA). Otros procedimientos aproximados de cálculo de la estructura o configuración electrónica, basados en la Teoría de OM son el método de Hartree-Fock y el semiempírico de Hückel.

      Una combinación lineal de orbitales atómicos (CLOA) es una superposición de OA y un método para calcular orbitales moleculares. Las estructuras electrónicas de los átomos se describen como funciones de ondas, y éstas, que representan las nubes de electrones, se pueden modificar, por ejemplo, en las reacciones químicas, según el tipo de átomos que participen en los enlaces. Según la teoría de los OM, la combinación de n orbitales atómicos conduce a n orbitales moleculares de diferente energía. En cada uno de estos OM caben, como máximo, dos electrones de espín opuesto. Los orbitales atómicos que se combinan deben reunir ciertas
condiciones, deben tener:
a) Energías similares.
b) Una región común de superposición extensa.
c) La misma simetría.

      Supongamos una molécula diatómica homonuclear, como la de hidrógeno, H2, donde los dos átomos, A y B, están unidos mediante un enlace de dos electrones. Se postula que el orbital molecular (Φ) es una combinación lineal de los orbitales atómicos ΨA y ΨB que describen la situación del electrón en cada átomo por separado:
Φ = N (CA ΨA + CBΨB )

N es la constante de normalización necesaria para que la probabilidad de encontrar el electrón, en el espacio total, sea del 100 %; CA y CB son coeficientes numéricos que representan las contribuciones de los dos OA al OM.
      Para encontrar los valores de CA y CB que más se adaptan al OM real, se recurre a la técnica conocida como “Método de las variaciones”. Se puede ensayar un gran número de funciones de onda para diferentes valores de los coeficientes numéricos, cada una con su correspondiente energía. El conjunto de valores que determine una energía asociada más pequeña será el más apropiado para definir la función de onda buscada.
      Se llega así a dos soluciones para la ecuación propuesta. Una, Φ+, en la que la densidad de carga o la probabilidad de presencia del electrón está acentuada en la región situada entre los dos núcleos, lo que produce apantallamiento entre los núcleos, es decir, la formación de un enlace. Esta función de onda se llama orbital molecular enlazante. Y otra, Φ, que representa un estado de mayor energía, con los electrones desplazados de la región internuclear, que deja a los núcleos sin protección, frente a frente, y que causa la separación de los átomos: es el orbital molecular antienlazante.
      En la figura siguiente representamos la interacción entre los orbitales atómicos 1s de dos átomos de hidrógeno frente a frente. Los dos posibles resultados de la interacción son la función de onda Φ+, a la que llamaremos OM σ, y la Φ, que se designa como σ*.



Interacción de orbitales atómicos del hidrógeno para formar orbitales moleculares.
(Los OM antienlazantes se suelen representar con un asterisco)


      Se representan como orbitales sigma (σ) aquellos que presentan simetría cilíndrica alrededor del eje Z (eje internuclear), es decir, que pueden girarse alrededor de dicho eje y permanecen inalterados. Si no presentan simetría se representan por σ*.
      El OM σ es, pues, un orbital enlazante (posee la densidad electrónica o máxima probabilidad de encontrar los electrones en la región situada entre los dos núcleos), mientras el σ* es uno antienlazante (la densidad electrónica es menor en la región situada entre los dos núcleos, con un plano nodal, donde se colapsa la función de onda (en el plano nodal existe una probabilidad cero de encontrar un electrón), que corta al eje internuclear, señal característica de los OM antienlazantes.
      Desde el segundo nivel atómico en adelante aparecen los orbitales p, cuya combinación más típica es formar OM de tipo π, los cuales tienen una simetría diferente respecto del eje Z. Un giro de 180º respecto de este eje mantiene la morfología de la nube electrónica, aunque los signos de la función de onda de cada lóbulo se invierten. Los orbitales p paralelos se combinan formando orbitales moleculares π, que se superponen por encima y debajo de la línea internuclear, dos de enlace de igual energía, por ejemplo, πx y πy, y dos de antienlace, los correspondientes a los anteriores, π*x y π*y. Sin embargo, si los dos OA p se acoplan linealmente dan orbitales sigma, de enlace σz y de antienlace σ*z.
      En los diagramas de acoplamientos de orbitales s y p aparecen los orbitales moleculares dispuestos por orden de energía creciente. Por ejemplo, al solaparse dos átomos homonucleares para dar una molécula diatómica:
σ1s < σ*1s < σ2s < σ*2s < σ2px < π2px = π2py < π*2px = π*2py < σ*2px

      En la figura tenemos un esquema de las dos posibilidades de combinación en paralelo de dos OA p para dar otros tantos OM π.



Combinación en paralelo de orbitales atómicos p para dar orbitales moleculares π,
el enlazante π, por suma, y el antienlazante π*, por diferencia.

      Cuando los OA p se combinan mediante la suma, la densidad electrónica principal se localiza en dos lóbulos, uno por encima y otro por debajo, de un plano nodal que contiene a los dos núcleos, y con una función de onda de signo opuesto  en ambos lóbulos. Se trata, pues, de un orbital enlazante cuyo símbolo pertinente es π.
      Cuando los mismos OA se combinan por diferencia, se genera un OM que tiene un plano nodal (en el que la probabilidad de encontrar el electrón es nula) que corta al eje internuclear y la densidad electrónica se distribuye en cuatro lóbulos fuera de la región de enlace. Se trata, por tanto, de un orbital antienlazante.
      Como hemos indicado anteriormente, la combinación de n OA origina siempre n OM, de los cuales la mitad son enlazantes y la otra mitad antienlazantes. Los OM enlazantes tienen menos energía que los OA de los que derivan, mientras los antienlazantes tienen más que éstos. La diferencia de energía entre los OM enlazantes y los OA progenitores se llama energía de estabilización, y la diferencia entre los antienlazantes y los progenitores, energía de desestabilización; la primera es siempre menor que la segunda.
      Una representación muy corriente de los niveles energéticos de los OM son los diagramas de energía cuyo esquema se refleja en la siguiente figura. Estos diagramas son generalmente cualitativos y sólo buscan mostrarnos las posiciones relativas entre los diferentes niveles; un estudio cuantitativo sólo puede abordarse desde los cálculos de la mecánica cuántica, que están aquí fuera de lugar. Aun así, estos diagramas proporcionan información interesante en el discurso de las propiedades de las moléculas.



Esquema general de los diagramas de energía del método CLOA.

      A partir de los orbitales de la capa de valencia –los únicos considerados en el método CLOA– de los átomos implicados en el enlace, se van fijando los OM resultantes con sus energías relativas. Queda así delineada una situación que recuerda la de los niveles electrónicos en los átomos y, como allí ocurría, se plantea la cuestión de ir ocupando esos niveles con los electrones disponibles. También aquí se barajan los mismos principios:
a) Principio de construcción o aufbau: los electrones se sitúan primero en el orbital de mínima energía y siguen luego por los de energías crecientes.
b) Principio de exclusión de Pauli: puesto que cada orbital sólo tiene dos estados cuánticos, únicamente puede alojar dos electrones, que se diferenciarán en sus espines antiparalelos.
c) Regla de Hund: cuando haya orbitales degenerados (isoergónicos), los electrones se separarán entre sí para que el número de orbitales semiocupados sea máximo. Esta regla tiene sus excepciones.

      La distribución de los electrones entre OM disponibles determina la existencia y la fortaleza del enlace entre los átomos interactuantes. Este hecho se concreta en el llamado orden de enlace, que se define como la semidiferencia del número de electrones alojados en orbitales enlazantes y antienlazantes:

                           nº e OOMM enlazantes – nº e OOMM antienlazantes
Orden de enlace = ----------------------------------------------------------
                   2

      Cuando el orden de enlace es un número positivo, existe enlace, existe la molécula; pero cuando es negativo o cero la repulsión separa los átomos y hace inviable la proyectada molécula.

      Por ejemplo, en el caso sencillo de la molécula de hidrógeno, H2, el diagrama de energía se obtendrá por la combinación de los únicos orbitales disponibles en los dos átomos de hidrógeno, los 1s. Así se generará un orbital enlazante σ y otro antienlazante σ*. Los dos electrones ocuparán el orbital enlazante, que es el de más baja energía, y la molécula H2 será estable y le corresponderá un orden de enlace igual a 1.




Diagrama energético de la molécula de dihidrógeno, H2.



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